La académica de la Facultad de Educación, Dra. Maite Otondo, recalcó en la necesidad de
implementar diferentes metodologías, de acuerdo a las características de cada persona.
Cada 21 de marzo se conmemora el Día Mundial del Síndrome de Down con la finalidad de generar
mayor conciencia social. De acuerdo a cifras entregadas por la Subsecretaría de la Niñez, Chile es
el país latinoamericano donde nace el mayor número de bebés con esta condición al año,
alcanzando una tasa de 2,5 por mil nacidos vivos. Por ello, es fundamental generar concientización
y potenciar la inclusión en todos los ámbitos posibles.
Uno de los desafíos preponderantes se refiere a mejorar la calidad de la educación para quienes
poseen Síndrome de Down. Los principales retos se traducen en capacitar las comunidades
educativas, ajustar los programas a las necesidades específicas de cada alumno e involucrar
diferentes dimensiones relevantes del proceso.
Sobre aquello, la académica de la Facultad de Educación de la UCSC, Dra. Maite Otondo, se refirió
a esta problemática explicando que la mayoría de las personas con Síndrome de Down tienen
asociadas a discapacidad intelectual, a ello se une que cada uno cuenta con características
diversas. Por lo que es fundamental generar “ajustes razonables” que se traducen en adaptaciones
necesaria para que personas con discapacidad puedan ejercer sus derechos y libertades. “Hay que
entregar las respuestas educativas que cada niño necesita. Se debe efectuar una evaluación
multidimensional que involucre aspectos educativos, familiares, sociales y conductuales”.
La educadora diferencial enfatizó que la educación no puede ser generalizada ni menos no
regulada, ya que, si bien se deben conocer las características generales, también hay que estar
atentos a los requerimientos específicos. “Hay chicos que llegan a jardines infantiles, pero
prontamente tienen que buscar escuelas especiales, porque se dan cuenta que falta una mirada
específica, por eso se requiere trabajar en capacitación docente, redes de apoyo y coordinación
con las familias. Así ocurre en países desarrollados, por lo que como país debemos avanzar en cuál
es la mirada de la educación inclusiva previa”.
Sobre aquello, la doctora en Ciencias de la Educación comentó que la limitante social también es
importante, porque “se asocia que no van a lograr aprendizajes o no van a ser autónomos. A las
familias les cuesta creer en la autonomía, se necesita un giro trascendental, se necesita cultura
inclusiva”.
Lavandería 21 y su impacto en la inclusión
Otondo también es Presidenta del Directorio de la Lavandería Industrial 21, institución que trabaja
con personas con Síndrome de Down y que apunta concretamente en la incorporación de jóvenes
con esta condición en el mundo laboral. Actualmente, este lugar cuenta con 18 beneficiarios y,
durante sus años de funcionamiento, ha permitido que más de 40 personas puedan trabajar.
Maite enfatizó en que han crecido enormemente y ejemplo de ello es que cuentan con muy
buenas experiencias para contar. Desde 2024 tienen, dentro de la lavandería, una sala de
simulación con puestos laborales, donde ellos aprenden otros oficios: hotelería, garzonería,
estafeta, entre otros. No solo se dedican a lavar ropa, sino que simular diferentes puestos de
trabajo, de acuerdo al perfil de cada usuario.
“No solo estamos trabajando con ropa industrial, sino que también con ropa de huéspedes.
Tenemos hoteles que nos envían ropa de sus pasajeros y esa es otra fuente laboral. Trabajamos
con Hotel El Dorado, Holiday Inn y clínicas de la zona. Los chicos han tenido muy buena
adaptación. Al mismo tiempo tenemos un crecimiento en tecnología, equipamiento y mucha
capacitación del personal. Hay profesionales que trabajan ahí como gestores de inclusión laboral,
conocimiento que adquieren a través del Diplomado en Gestión de la Inclusión Laboral para
personas con Discapacidad y están preparados para apoyar los protocolos internos y externos,
facilitando que personas con Síndrome de Down se inserten”, finalizó la docente especializada en
Educación Especial y Trastornos del Aprendizaje.
Constanza Andrea Irene Saavedra Ortega |