El regreso a la rutina escolar no solo implica la compra de útiles y uniformes, sino también la necesidad de reajustar los horarios de descanso para garantizar un buen rendimiento académico y bienestar infantil, además de prevenir accidentes, somnolencia e irritabilidad. Para ello, la neuróloga especialista del Hospital de Chillán, entrega las claves del proceso de adaptación.
Con el inicio del año estudiantil cada vez más cerca, muchas familias enfrentan el desafío de retomar hábitos que se relajaron durante las vacaciones. Uno de los más importantes es el sueño, cuya alteración puede afectar la concentración, el estado de ánimo y el desempeño en clases. Para evitar dificultades en la adaptación, la Dra. Paula Ortega, neuróloga especialista en trastornos del sueño del Hospital Clínico Herminda Martín (HCHM), recomendó ajustar progresivamente los horarios de descanso, asegurando así un regreso más ordenado y sin contratiempos.
En este contexto, explicó que, aunque no siempre es posible cumplir con horarios estrictos, es fundamental comenzar a readaptar el ciclo de sueño al menos dos semanas antes del regreso a clases. “Lo ideal es reducir una hora cada día. Por ejemplo, si durante las vacaciones los niños se acuestan a las 23 horas, deben ajustar el horario hasta llegar a las 21 o 20 horas”, aseguró la Dra. Ortega.
La profesional mencionó que el sueño es vital para la recuperación del cuerpo y el aprendizaje, especialmente en los más pequeños. “Dormir es esencial para recuperar energía, limpiar toxinas y realizar procesos metabólicos que solo ocurren por la noche. En los niños, la hormona del crecimiento se libera principalmente en la madrugada, y además, es necesario para consolidar lo aprendido durante el día”, sostuvo la especialista.
Para un descanso adecuado, recomendó crear un ambiente tranquilo en la habitación, con poca luz y una temperatura entre 18 y 19 grados. También subrayó la importancia de evitar la exposición a pantallas antes de dormir, ya que la luz azul que emiten dificulta conciliar el sueño. Además, sugirió evitar actividades intensas, como deportes, antes de acostarse, y optar por alternativas relajantes, como leer un cuento.
Asimismo, indicó fomentar la actividad física durante las mañanas, lo que puede mejorar el metabolismo y regular los ritmos del sueño. Por otro lado, es fundamental ajustar los horarios de las comidas. “Es recomendable que los niños se alimenten temprano y den tiempo a su cuerpo para descansar antes de ir a la cama, lo que también mejora la calidad del sueño”, puntualizó.
Otro consejo importante es evitar comidas pesadas, bebidas azucaradas o con cafeína antes de dormir, ya que pueden interferir con un sueño reparador.
Finalmente, para los padres y madres, la Dra. Ortega aconsejó estar preparados para manejar posibles rabietas, mal humor, llanto o negación al momento de ajustar los horarios. La clave está en aplicar una rutina amorosa y paciente para facilitar el proceso sin recurrir a pedirles esos -cinco minutos más- que muchas veces pueden generar más frustración.
Leslie Espinoza